“Llega a sorprender que en medio de una crisis tan intensa el adolescente pueda realizar tareas tan importantes como las que debe llevar a cabo: definirse ideológica, religiosa y éticamente, definir su identidad sexual y su identidad ocupacional”
(concepto de E. Erikson, del libro Orientación vocacional de R. Bohoslavsky)
La adolescencia es un tiempo de crecimiento y de muchos cambios fundamentales. El adolescente deberá realizar ciertos desprendimientos, pérdidas que tienen que ver con el mundo infantil, con el niño que fue, con los ideales de la niñez y con los padres de la infancia. Tiempo de redefinición, de un gran trabajo psíquico, en el que el adolescente empieza a mirar fuera de su familia, buscando otros modelos, otros ideales, otras relaciones, otros referentes, otros soportes que le permitan abrirse, para comenzar a esbozar su propio camino.
En la adolescencia es necesario e inevitable el alejamiento de los lazos parentales, el transito de lo familiar y conocido a lo extrafamiliar con la aparición de otros lugares, diferentes que le posibiliten la creación de su propio espacio. “La clave del proceso adolescente reside en que lo extra-familiar devenga más importante que el campo familiar,....” [2]*.
Durante este período el joven se está buscando a sí mismo, y para poder encontrarse pondrá en cuestionamiento los decires, los pensamientos, los mandatos de los padres, apareciendo la duda que interrogará a todo lo que hasta hace poco era una certeza.
Tiempo de búsquedas, de pruebas y de poder realizar todo aquello que se proyectaba y se soñaba. Tiempo de acción. Tiempo de decisiones, dirigidas desde lo social y lo familiar. Al concluir el ciclo escolar, aparece el imperativo de tener que decidir que hacer de ahora en adelante. Entonces el adolescente empieza a sentir las presiones, las ansiedades, la angustia y la obligación de responder a esta fuerte demanda. Es importante que en esta etapa pueda apropiarse de esta elección, ya que le pertenece y nadie más que él puede resolver su problemática vocacional.
Vocación proviene del latín y significa “llamado”, que nos daría la idea de un destino preestablecido que hay que descubrir, de un llamado desde afuera al que hay que obedecer. Término que confunde y trastoca su verdadero sentido, ya que la vocación no es algo dado, innato, que hay que develar sino es algo a hacer, a crear, la vocación se va construyendo a través de la historia de la persona.
Si bien estamos inmersos en la cultura del puro presente en la que el pasado ya fue y el futuro se vislumbra tan incierto que a veces nos encontramos pensando: ¿el futuro es posible?. Es importante reflexionar sobre las cuestiones fundamentales que condicionan al joven sobre su porvenir.
Para saber a donde va o a donde quiere ir es necesario que conozca su pasado, sus orígenes. Es conveniente rescatar al pasado, como el piso consistente, como los cimientos que le permiten afirmarse en su presente para poder proyectar un futuro. Ese pasado, que es parte de su historia, es importante que se construya, quedando en la memoria, según Pierra Aulagnier, como resguardando al sujeto, como una garantía para que este no se pierda ante los tumultuosos cambios que van a venir. Solo a partir de la elaboración de su pasado, el adolescente puede empezar a crear un espacio que le permita pensarse, representarse, imaginarse de otra manera siendo el mismo; para construir su propio proyecto futuro. “Para un adolescente definir el futuro no es sólo definir que elegir, sino fundamentalmente definir quien ser y al mismo tiempo quien no ser”*, es decir para saber que quiere hacer primero debe conocer quien se es y donde se desea llegar en todos los aspectos de la vida. Es definir valores personales, sus relaciones con los otros, lo que representa el trabajo y el estudio, proyectos afectivos, vivir de determinada forma, por ejemplo.
*Orientación Vocacional, R. Bohoslavsky
Si el joven siente que es el protagonista de su propia historia, va a tener posibilidades de realizar cambios, abrirse a otras perspectivas, o analizar los aspectos que no [3]son satisfactorios para ver que se puede hacer con eso a pesar de que las circunstancias sean desfavorables.
Para hacer que su futuro sea posible, es necesario que el adolescente construya su decisión, estableciendo un espacio y un tiempo de búsqueda interna, en el que pueda pensar, imaginar, soñar, permitirse dudar, como forma de comenzar a elaborar un proyecto futuro.
Es frecuente que esta necesidad de elección sobre su porvenir encuentre al adolescente en un momento en el cual no esté preparado para tomar una decisión autónoma y madura. Quizás no es su tiempo interno de poder elegir y es conveniente resolver primero otras cuestiones que le ocurren, que están obstaculizando su elección, ya que esta depende del momento subjetivo en el que se encuentre y de cómo enfrente y elabore los conflictos por los que atraviesa, teniendo en cuenta que el adolescente tiene que tomar una decisión anticipada sobre su futuro, en el momento menos adecuado para hacerla.
Los padres transmiten todo un bagaje que incluye las expectativas y anhelos hacia sus hijos, valores, ideales, maneras de ver el mundo. Además en este momento estos vuelven a vivenciar, a reeditar sus experiencias pasadas, sus elecciones vocacionales, sus fracasos, sus arrepentimientos. A la vez que comienzan a percibir que están perdiendo ese hijo idealizado, que no va a ser su continuación indiferenciada o a reparar sus frustraciones, para dar paso a un hijo con deseos propios. En la medida en que el padre pueda tomar distancia y renunciar a los anhelos, a veces desmedidos sobre su hijo, le permitirá a este elaborar el corte necesario para afianzarse como persona y elegir su proyecto de vida.
Muchas veces aparece tanto en los padres como en los adolescentes el apuro por resolver la situación: “no hay que perder tiempo”, como si por apurarse se pudiera llegar más rápido a un buen resultado. Y así esta urgencia puede llevar al joven a no comprometerse y tratar de solucionar el tema lo más pronto posible y de cualquier manera, intentando sacarse el problema de encima, tomando cualquier decisión, cualquier alternativa sin ninguna convicción. De esta manera termina adoptando la elección de otros, de padres, hermanos o amigos, renunciando a tomar la propia.
Muchos padres urgidos por el temor a que sus hijos queden excluidos de sistema productivo, ponen el acento en elecciones que les garantice de alguna manera su permanencia en el mismo. Dejando de lado el aspecto placentero y satisfactorio que implica el proyectarse en un mañana. Es fundamental que el joven pueda dar lugar a la creación, a los sueños, a las ilusiones, a lo nuevo, a lo inédito y al juego, que parte del placer que sentía en el jugar de niño se traslade al trabajo adulto. De este modo la elección laboral no quedará condenada a ser una mera adaptación social, sino que pueda responder a su propio deseo.
Todo este momento subjetivo tan complejo y confuso se ve complicado por el contexto social actual, paradójico, incierto, riesgoso, sin ideales, ni modelos, que movilizan fuertemente a los adolescentes, quienes toman posiciones diferentes. Hay algunos que se sienten muy vulnerables y no apuestan a su futuro, temen jugarse por una elección y se retiran de la lucha sin presentar batalla, por temor a fracasar, a sentir mucho malestar o frustración. Otros que no pueden poner su interés en algún campo de conocimiento, dicen que quieren estudiar pero no saben que elegir, o porque les gusta todo o lo que lo mismo, no les gusta nada. Son muchos los adolescentes que peregrinan de carrera en carrera buscando afuera su dificultad que es interna. Otros eligen no elegir y aparentemente se despreocupan del tema.
Hay jóvenes que comienzan una carrera sin mucha convicción respondiendo, sin darse cuenta, a expectativas familiares y sociales. Esta decisión puede tener como efecto entre otros, que el adolescente tenga dificultades para realizar sus estudios o para insertarse posteriormente en el mundo laboral.
Otros quedan paralizados, suspendidos en el tiempo, a la espera que aparezca, casi a modo de revelación “su carrera”, su destino. Esperando que esto suceda, quedando detenidos en su camino. Cuando no se trata justamente de llegar a la meta predeterminada, sino de transitar, de un proceso, de una búsqueda interna, y de las experiencias que vaya teniendo que lo enriquecerán subjetivamente.
Hoy nos encontramos con jóvenes que más que desorientados tienen profundas dificultades para elegir y sostener una profesión u ocupación. Presentan diferentes sintomatologías: apatía, pasividad, aburrimiento, desmotivación, indiferencia, dificultades de aprendizaje, problemas para concentrarse y organizarse en los estudios, falta de interés vocacional o fragilidad del mismo, dificultades para rendir un examen, sobre-exigencia interna, temor e inseguridad hacia el mundo exterior, desvalorización de los propios intereses, entre otros.
¿Por qué es tan conflictiva la elección de una carrera u ocupación?¿Qué se juega en esta decisión?. Esta elección es muy diferente a cualquier otra, ya que son muchas las cuestiones que se conjugan en este momento de su vida. Esta elección implica no solo que hacer, sino quien ser, pensar un sentido en su vida, una forma de vida.
En cada elección hay pérdidas, en la medida que elige el adolescente abandona otras cosas.
Hay que tener en cuenta que el equivocarse forma parte de esta decisión, que se puede errar en la carrera o en el proyecto que se encare. Pero lo fundamental no es el error sino que el adolescente no quede aplastado por esta frustración y que tenga los recursos internos para seguir adelante. Para realizar una elección genuina, satisfactoria y responsable, es necesario que el joven se conozca, que pueda apropiarse de sus deseos, sus ilusiones, sus gustos, intereses, inquietudes, aspiraciones y capacidades. Pero además son importantes los conocimientos del mundo en que vivimos. La realidad sociocultural cambia constantemente, cambian los campos ocupacionales, las carreras, las especializaciones, etc. Poder percibir el contexto, tener claro las oportunidades que se le ofrecen, le permitirá apostar a una realización posible y no quedarse empantanado en proyectos estériles e improductivos.
Tal vez tendríamos que comenzar a reflexionar sobre un futuro posible, pero diferente, con otro paradigma, en otra realidad y no pretender una elección vocacional definitiva a la manera tradicional, sino hablar de elecciones transitorias abiertas a nuevas posibilidades. Y pensar que sería importante desarrollar en los adolescentes sus recursos, sus potencialidades, la capacidad de ser flexible, que le permitirán adaptarse y enfrentarse a un mundo tan cambiante y vertiginoso.
Psc. Cecilia S. Pedro
Bibliografía
-Aulagnier, Piera: La violencia de la interpretación
“Construir(se) un pasado”APdeBA
-Rother Hornstein María Cristina (comp): Adolescencias: Trayectorias Turbulentas
-Rodulfo, Marisa y Ricardo: Clínica Psicoanalítica con niños y adolescentes.
Pagar de más
-Rodulfo, Ricardo: Estudios Clínicos
-Bohoslavsky, Rodolfo: Orientación vocacional. La estrategia clínica.
-Muller, Marina: Orientación vocacional.
-Actualidad Psicológica Nº315: Orientación Vocacional/Ocupacional.
-Díaz G.-Hiller R.: El tren de los adolescentes.
-Palazzini, Liliana: Orientación Vocacional, Especialidad psíquica en la adolescencia. Proceso y transición, Potencialidad adolescente.
-Ferrari Lidia: El tiempo, psicoanálisis y orientación vocacional.
-Bleichmar S.: La subjetividad en riesgo
*Pagar de más, R. y M. Rodulfo
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