La adolescencia es un tiempo de crecimiento y de muchos cambios fundamentales, donde todo se desestabiliza y donde el adolescente no tiene mucha idea donde está parado ni lo que le está ocurriendo. Tiempo de cambios muy marcados desde el cuerpo, las ideas, los modos de pensar, los amigos, los gustos, los valores, etc. Tiempo de empezar a cuestionar lo anterior. Tiempo de separación de los padres, con todo el dolor que esto significa.
Tiempo de búsquedas, de pruebas y de poder realizar todo aquello que se proyectaba y se soñaba. Tiempo de separarse de lo familiar para colocar la mirada en el afuera, lo externo, lo extrafamiliar. Tiempo de acción. Tiempo de decisiones, dirigidas desde lo social y lo familiar, cuando termina la etapa del ciclo escolar, aparece el imperativo de tener que decidir que hacer de ahora en adelante. Y el adolescente empieza a sentir las presiones, las ansiedades, la angustia y la obligación de responder a esta fuerte demanda. Es importante que el joven pueda apropiarse de esta elección, ya que le pertenece y nadie más que él puede resolver su problemática vocacional.
Es frecuente que esta necesidad de elección sobre su porvenir, encuentre al adolescente en un momento en no esté preparado para tomar una decisión autónoma y madura. Quizás no es su tiempo interno de poder elegir y es conveniente resolver primero otras cuestiones que le ocurren, que están obstaculizando su elección. Ya que esta depende de cómo el adolescente enfrente y elabore los conflictos por los que atraviesa.
Para saber a donde va o a donde quiere ir es necesario que el adolescente conozca su pasado, para poder pisar fuerte hacia un futuro posible. Es fundamental que sepa sobre sus orígenes, sobre su historia, que son los cimientos sobre los cuales va a construir su vida. Esta historia propia constituye el soporte para amarrarse y poder soportar los cambios constantes, las frustraciones y la adversidad, que son parte del camino que va a transitar.
Y para hacer que este futuro sea posible, es necesario que el joven construya una decisión, estableciendo un espacio y un tiempo de búsqueda interna, en el que pueda pensar, imaginar, soñar, permitirse dudar, como forma de comenzar a elaborar un proyecto futuro.
Muchas veces aparece tanto en los padres como en los adolescentes el apuro por resolver la situación: “no hay que perder tiempo”, como si por apurarse se pudiera llegar más rápido a un buen resultado. Y así esta urgencia puede llevar al adolescente a no comprometerse y tratar de solucionar el tema lo más pronto posible de cualquier manera. Es decir, intentando sacarse el problema de encima, tomando cualquier decisión, cualquier alternativa sin ninguna convicción.
Algunos adoptan la elección de otros, de padres, hermanos, amigos, etc., renunciando a tomar la propia. Otros eligen no elegir y se despreocupan del tema. Es que al no haber garantías, ni seguridad sobre el futuro, muchos temen jugarse por una elección y sufrir mucho ante un posible fracaso. Otros se aferran a viejas elecciones, desconociendo nuevas posibilidades. Otros eligen por sí mismos basándose en prejuicios y desconocimiento propios y de la situación social.
¿Por qué es tan conflictiva la elección de una carrera u ocupación?¿Qué se está jugando en esta decisión?. Esta elección es muy diferente a cualquier otra, ya que son muchas las cuestiones que se juegan en este momento de la vida. Esta elección implica no solo que hacer, sino quien ser, pensando en un sentido para su vida, una forma de vida.
En toda elección por algo, se están perdiendo otras posibilidades con las que se contaba antes de decidir, en la medida que elige, deja, abandona otras cosas. Se pierde la infancia, los padres ideales de la niñez, el mundo del colegio secundario, los compañeros, los profesores, la idea que todo se puede, otros proyectos, etc.
Hay que tener en cuenta que el equivocarse forma parte de esta decisión, que se puede errar en la carrera o en el proyecto que se encare. Pero lo fundamental no es el error sino que el adolescente no quede aplastado por esta frustración y que tenga los recursos internos para seguir adelante. Para realizar una elección genuina, satisfactoria y responsable, es necesario que el joven se conozca a él mismo, sus deseos, sus ilusiones, sus gustos, intereses, inquietudes, aspiraciones, capacidades. Pero además son importantes los conocimientos del mundo en que vivimos. La realidad sociocultural cambia constantemente, cambian los campos ocupacionales, las carreras, las especializaciones, etc. Poder percibir el contexto, tener claro las oportunidades que se le ofrecen, le permitirá apostar a una realización posible y no quedarse empantanado en proyectos estériles e improductivos.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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