Ya nadie discute que los niños y los adolescentes necesitan límites, y si no los tienen los piden, expresando este pedido de diferentes maneras, con rebeldías, caprichos, violencia, etc. Para los hijos es una carga muy pesada que sus padres no le pongan los límites necesarios, ya que los dejan librados a buscar sus propios límites, a autolimitarse, y aún no cuentan con las herramientas para hacerlo.
¿Porqué es tan difícil para los adultos el tema de los límites? ¿Qué es lo que causa tanta preocupación y angustia en los padres?. Evidentemente no es tarea sencilla, ya que el tema de los límites es complejo y no se reduce a la prohibición y al no.
Desde pequeños los chicos tienen que ir internalizando marcos de referencia como portadores de sentidos, necesitan de un adulto ordenador que le transmita las normas, la ley, los valores, los códigos, que van a posibilitar constituirse como persona y prepararse para convivir en sociedad.
Para que los padres puedan brindarle a sus hijos todo este bagaje posibilitador de una ética de vida, es necesario que ellos mismos sean respetuosos de sus hijos. Entendiendo por respeto como la capacidad de ver a una persona tal cual es, reconocerla como otra diferente a uno, no como yo quiero o me conviene que sea. Por lo tanto, poner límites a la propia expectativa que se tiene del hijo.
Los límites tienen que ver con la posibilidad de crecimiento. Hay mucha dificultad de los padres, ya sea por no saber donde están parados y cual es su rol, por miedo, inseguridad, impotencia o culpa. Además establecer los límites implica reflexionar en relación a un abanico de posibilidades: la edad del hijo, el momento que atraviesa, la situación en la que se encuentra, cuales límites los protegen y cuales los coartan, cuales si y cuales no, cuando ponerlos y hasta donde, etc. El tema se complejiza ya que depende de la subjetividad del padre, de su historia personal, de cómo es cada uno, de la relación que tiene con su hijo, de la historia familiar, de la sociedad en la que vivimos, y no se pueden establecer como mandatos uniformes.
La importancia de los límite, de la aceptación del no, tiene que ver con la constitución subjetiva del hijo, con limitar su omnipotencia infantil, que desde chico vaya incorporando que la realidad no va a se siempre como el quiere, no va a poder hacer siempre lo que el desea. De esta manera va incorporando la tolerancia a la frustración, que tanto lo va a ayudar como adulto futuro. Para esto también es fundamental que el adolescente comience a conocer cuáles son sus propios límites, a aprender a ser tolerante, a desarrollar la capacidad de espera y de esfuerzo, actitudes necesarias para poder construir su propio proyecto, con metas a mediano y largo plazo.
La presencia de los padres siempre es importante, como sostenedora en la niñez y como acompañante en la adolescencia, brindándole un espacio de libertad para que su hijo pueda preguntarse ¿Quién soy?. Pudiendo armar en conjunto un espacio de intercambio diferente.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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