La adolescencia marca el fin de algo, la infancia se termina y con ella se terminan los años dorados. La adolescencia irrumpe inevitablemente rompiendo ese clima ideal y sobre todo muy reconfortante y cómodo. En la infancia los padres les brindan a sus hijos una imagen de seguridad , poder y confianza. El niño tiene la necesidad vital de admirar a sus padres para poder crecer. Para los hijos sus padres son maravillosos y los adornan de con todas las cualidades; incluso aquellas que estos no tienen. Para los padres todo estaba más o menos controlado, todo era más o menos conocido. Y con la adolescencia todo este mundo aparentemente maravilloso comienza a resquebrajarse a mostrar sus grietas, aparecen los conflictos, los cuestionamientos, los gritos y los silencios. La idealización de los padres entra en crisis, se perciben las fallas, los errores y límites de los padres, se los pone en tela de juicio, se los evalúa y critica a veces muy duramente, ocasionando fuertes disputas. Es el momento en que los hijos dejan de ser una posesión de los padres, comenzando un distanciamiento inevitable y doloroso.
El adolescente es alguien que busca su identidad; preguntándose ¿quién soy?. Y así, comienza a confrontar, a rebelarse y trasgredir las normas y límites del mundo de los adultos, como una necesidad de diferenciación, para encontrarse, para empezar a saber quien es. Pero para que esto se produzca es necesario que el adolescente se encuentre con padres adultos, que puedan mantenerse intactos, sin abandonar ningún principio importante, ideas, normas, y escala de valores, pudiendo enfrentar el desafío. Es que los padres se convierten en el blanco de los ataques, el frontón necesario para que el adolescente pueda practicar contra él, errando los tiros, midiendo sus fuerzas y posibilidades, mejorando su entrenamiento, encontrando su propio estilo (Erikson). Los padres tienen la fundamental tarea de contener y sostener los actos agresivos que reciben de sus hijos, permaneciendo inamovibles en su función en el escenario de la lucha sin retirarse como vencidos. Como también es necesario que los padres se mantengan como diferentes, que haya una brecha dada por las diferencias de época que a cada uno le haya tocado vivir y de la educación recibida. La creación de un conflicto entre las generaciones su posterior resolución es la tarea normativa de la adolescencia, y esencial para su crecimiento.
Pero para que haya confrontación tiene que haber una sociedad que pueda confrontar, ya que para confrontar con los adolescentes hay que estar fuera de la adolescencia. Y ¿qué es lo que pasa ahora que estamos inmersos en una sociedad adolentizada? ¿ que valores, ideales e ideas van a servir a los jóvenes de frontón?. La postmodernidad propone la adolescencia como modelo social, en la que no solo se toma como modelo el cuerpo adolescente sino también su modo de vida. Entonces en esta sociedad actual, lo que se produce es la contaminación y no la confrontación. Contaminación por no producirse la diferenciación entre el adolescente y el adulto, cuando se pierden los límites entre las genreaciones, quedando como todos iguales en determinados puntos, no creando las condiciones para el crecimiento de los jóvenes.
Muchas veces ocurre que el padre no ocupa su lugar, aparentando estar en el lugar del adolescente, en vez de hablar desde un lugar adulto, lo hace desde un lugar especular, modificando y sustrayéndose de su función.
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