Una palabra que ayuda a caracterizar esta etapa de la vida llamada adolescencia es “cambio”, impulsado por un cuerpo que comienza a trasformarse inevitablemente pero donde esta mutación no solo es desde lo biológico sino que además incluye cambios psíquicos profundos .
Es el fin de la niñez, del niño soñado, se deja de ser niño para comenzar a transitar un camino hacia “la vida adulta”. Camino muy turbulento, impredecible donde no hay un mapa que nos muestre cuál es la vía correcta y segura, camino marcado por la angustia, la soledad, las lágrimas, el dolor, las pérdidas, las frustraciones, pero también por el deseo, las ilusiones, las ganas y la esperanza. Camino que asusta mucho, que dá miedo, a tal punto que muchos se quedan parados no atreviéndose a avanzar, que se sabe cuando empieza pero no cuando ni como termina, cuando se llega a “ser grande”.
Esta crisis afecta tanto a los adolescentes como a sus padres, que están atravesando su propia crisis de la edad media de la vida, este es generalmente un período de muchas dudas, donde se produce un cuestionamiento profundo sobre su vida, en el que se suele realizar una especie de balance, si las propias aspiraciones, los propios proyectos han sido cumplidos o no, si hay o no satisfacción en la manera de vivir su propia vida; si hay que reformular expectativas, deseos, anhelos....Este cuestionamiento profundo puede traer como consecuencia, cambios importantes tanto en lo referente a aspectos emocionales y de relaciones interpersonales, como a los profesionales y laborales.
Hoy nos encontramos ante un escenario social marcado por la inestabilidad, lo imprevisible y los cambios continuos que afectan e influyen sobre distintos ordenes de la vida de las personas. Uno de los más importantes es el laboral, muchos de estos padres están inmersos en un verdadero replanteo, tanto por la necesidad de adaptarse a las nuevas exigencias del mercado del trabajo o por desempleo, es decir están buscando reinsertarse laboralmente, al igual que sus hijos.
En relación a su vida afectiva, en este momento de separación con los hijos, en el que estos comienzan a “hacer su vida”, hay un reencuentro con la pareja conyugal, y muchas veces queda en evidencia como los hijos llenaban el vacío existente en esta relación, que ya no puede ser ocultado y que es necesario resolver. Un gran número de estas parejas se hallan en proceso de separación, o ya están divorciadas y tienen que enfrentar el hecho de estar solos, o buscando pareja, o iniciando o consolidando una nueva relación de pareja. Los segundos matrimonios, con los cambios que trae aparejados en relación a la vida familiar y vincular. Es decir muchos padres de adolescentes están” volviendo a empezar”...con su vida, con toda la angustia y la gran carga emocional que esto significa.
Si al cuestionamiento que caracteriza a toda crisis se suman los del hijo adolescente, el conflicto del adulto se acrecienta.
A esto se agrega el hecho de que, muchas veces, en este período los padres tienen que atender a sus propios padres, que también están cambiando: enfrentarse al paso del tiempo, el envejecimiento, las enfermedades, la muerte. Las crisis de tres generaciones coinciden y esto complica la situación.
Ser padres de adolescentes, hoy día es sentido como una carga muy pesada, ya que a la complejidad característica de la adolescencia se le suma las cuestiones personales de los papás que están además altamente exigidos por el turbulento contexto actual.
La tarea de ser padre de un adolescente exige un nuevo posicionamiento del rol, hasta ahora estuvieron aprendiendo a ser padres de un niño. Un niño que lo idolatraba, lo admiraba, lo cubría de todas las cualidades imaginables. De pronto todo se modifica; este niño sumiso y pasivo ante la palabra del padre, comienza a cuestionarlo, a veces con una gran severidad crítica; es que el adolescente necesita fuertemente discriminarse, separarse, alejarse de sus padres para poder crecer. Para poder afianzarse como “diferentes de los padres”, es necesario que estos se mantengan como “diferentes”de sus hijos. Muchos padres se hallan confundidos ante esta nueva relación con un hijo que aparece como extraño y no saben como reaccionar, “que hacer”, como actuar ante cada situación. Ante este no saber, algunos padres se” adolentizan” , es decir adquieren las características de sus hijos, sus costumbres, su forma de hablar, de vestirse, terminan siendo más adolescentes que sus propios hijos. Estos quedan perplejos y perturbados ante un padre que es “casi como ellos”, que se confunde con ellos. Ya que se quedan sin la palabra de los padres, sin referente para confrontar, sin una guía válida y confiable para tener en cuenta, que les ayude a poder elegir, poder optar en relación a todas las vicisitudes que se les presentan hoy y en el futuro. Es necesario que los padres sigan firme en su función, que sigan ahí, presentes, a pesar de las críticas y las discusiones, a pesar de que crean que ya no los necesitan ni los escuchan. Si bien, sus amigos son importantísimos para el adolescente, este necesita fundamentalmente del apoyo y la comprensión de sus padres.
Estas son algunas de las tantas cuestiones que suceden en este momento tan apasionante y conflictivo como es la adolescencia. Es conveniente que los padres puedan informarse y comenzar a pensar y reflexionar sobre esto, que los ayude a tener una mejor comunicación y relación con su hijo y así algunas veces puedan encontrarse en la misma vereda..............
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